miércoles, 1 de julio de 2015

Shine on You Crazy Mona

Espero no sonar como un machista con lo que voy a decir. Me molestaría sonar como un machista, especialmente porque sinceramente creo que no lo soy. Con relación al video de La Mona Giménez, dice por ejemplo en Clarín que él fue “impresentable y obsceno”. Viendo el video de La Mona, realmente sentía que lo que es Lionel Hutz al mundo de la abogacía y Nick Riviera al mundo de la medicina, lo mismo, le es La Mona al mundo de los cantantes ídolos. Al margen de eso, me cuesta entender lo de impresentable y obsceno. O por lo menos es interesante que lo hayan titulado así. Según Clarín “ella le dice algo al oído y él se deja tocar frente al público”. Me da la impresión de que si lo mismo lo hubiera hecho el cantante de RadioHead, la mayor parte diría “y bueno, si lo hace el cantante de Radiohead se ve que es lo que se hace en Inglaterra”. Claro, suponiendo que es inglés. O si fuera por ejemplo Paul McCartney, ni que hablar.

Shine on You Crazy Pasman

Se me acaba de ocurrir que quizás, esta cosa mía de no ver televisión, es la siguiente: por un lado, realmente me parece que es bueno no ver tele. Pero además me hace sentir intelectual. Por último, hay otra razón inconsciente que acabo de pseudo discubrir. Es la siguiente: la televisión tiene para mí una connotación de casa. Recién me di cuenta de eso, cuando me apareció en youtube de prepo una propaganda de chocolatada. Quizás sólo fue entonces por la chocolatada con sus referencias de infancia, pero de cualquier forma sentí: “apa, esto es como estar en casa”. No ver tele para mi entonces es no estar en casa. Y siento como un orgullo ridículo de poder no estar en casa. Pero claramente no es un orgullo. Es lo siguiente: quisiera poder estar en mi casa. No es esto literal. Porque no existe tal “casa”. Ni el departamento de mi viejo ni el de mis hermanas ni el de mi vieja. Ninguno de ellos es mi “casa”. Mi “casa” es algo mucho más profundo, es quizás una imagen-sueño de mis viejos juntos, con mis hermanas por ahí. Es simplemente un sueño, como cuando alguien sueña con que está mirando una peli en casa con scarlett johanson. (Si, los dos sólos, tapados con mantita). Esa imagen es, para mí, mi “casa”. Quizás la tragedia es que para otros, su “casa” puede ser que sea realmente su casa. Es decir, no tendrían que vivir en una ilusión. Quizás.
Venía cruzando la calle y pensé: que buena historia, ¿no? El chabón que siempre quiso ser escritor. Y se esforzó por todos los medios. Esta historia, a propósito sea dicho, es de humor negro. Algo muy particular en nuestros días grises. Trabajó de muchas cosas: vendedor en un kiosko en garín, ayudante de su papá contador, telemarketing en aerolíneas. Pero quería ser escritor.
Un día se encontró trabajando en programación. ¡Nada más lejos del arte! Y pensó: lo que tengo que hacer para ser escritor… ¡es escribir! Esta súbita revelación de lógica divina le indicó, además de eso, que debía intentar fumarse “un fasito” (según los términos utilizados por aquellos enviados por nuestro señor José de Jesucristo). Poco tiempo después viajó a Amsterdam. ¿Que mejor lugar para fumar? No sólo eso. Se dio cuenta de que tenía un coffee shop justo al lado del hotel. Fue entonces re contento, de que podía fumarse un faso y volver al toque a casita, sin correr peligros.
Bueno, el chabón se fuma el faso, y cuando va a cruzar la calle, lo pisa un…. No se, aca podría ser un camión, pero también podría ser algo ridículo, como para sacarle lo trágico. Algo inventado. Por ejemplo, que va a cruzar la calle, y… (no se… ¡completar!)
Me di cuenta también de algo loco con respecto al faso. O quizás no es al respecto.
Estaba allí fumando, y se me ocurrió algo que pasaré a contar luego de lo que quiero decir de Pink Floyd.
Alguien lo tiene que decir. Pero es algo que se trata de mí. Conclusión: Lo tengo que decir. Welcome to the Machine me atrasa. Me atrasa. Todo el disco es buenísimo, pero cuando llega ese tema es como que miro de costado, me hago el gil. Como si viera a mi primo meterse en un bar con sus 17 años, mezclado entre sus primos adultos. Como hacen los cristinistas cuando se dan cuenta de que acá, epa, robó uno. Despues es, apa, parece que ese también robó. Al final, todo en la argentina es fútbol. Que es el fútbol en ultima instancia? Es la camiseta. Esa es LA esencia del futbol. Por lo menos la esencia triste, la nacionalista, la que existe hoy en argentina.
LA otra esencia del futbol es la vertiente artística, la de Fontanarrosa, Riquelme, Bochini y Eduardo Galeano. Es el amor al futbol como el amor al arte. El tano pasman, mezcla dos de estas vertientes y en parte por eso es tan famoso e ídolo. Mío, por lo menos. Mezcla la cosa de la “camiseta” (no hace falta explicarlo en el caso de este chabón) con el “arte”. En su caso no está muy marcado lo del arte, pero si una especie de lógica. ¿A que voy? Por ejemplo “Lamela, termina una jugadita, una una una…” tiene algo de familiar, no es una bardeada del estilo de “Lamela la puta que te parió”. El tano pasman bardea a los de los otros equipos, los enemigos. Pero hay que admitir que lo hace con sapiencia. Hay algo de lógica en sus puteadas. Por ejemplo cuando putea al técnico de ellos mismos, no se saca hasta que se acuerda de su traición, la traición del haberse ido a Boca.
Y Wish You Were Here, el tema, también es lindo. Pero voy a tener que ser más tajante en cuanto a Wish You Were Here, el disco. Puede que sea el mejor equipo que yo conocí. Pero es como decir que el mejor equipo que conociste es el “argentina del 1986”. Más allá de que nadie pensaría que ese era un equipazo, es evidente que ahí está hablando del diego. No se me ocurren otros ejemplos pero ese es el punto. Wish You Were Here, el disco, es zarpado. Pero es para mi Shine On + 3. Son tres temas lindos, que hacen el traspaso pacifico. Son los teloneros. Esos tres temas calientan el escenario y los oídos, entre la emoción de llegar al estadio y verlo aparecer a Bob Dylan.
Dicho esto y tuve que pasar a Shine On – partes finales (?). Y me doy cuenta de que este disco es en realidad: los mellizos Shine On y 3 jugadores que completan. Pero esos dos mellizos, las dos distintas partes de Shine On, son realmente como los mellizos barros schelotto. Todos saben, sin mencionarlo, quien de los dos es el bueno.
Aquí va entonces la reflexión del faso. Estaba sentado fumándome el faso en el fasódromo, cuando me di cuenta de lo siguiente. A veces, para que la vida sea emocionante y uno pueda desarrollarse, es necesario no estar atado. No pensar demasiado. Yo pensaba: me quedo fumando y hablando por el celular. No voy a mi casa a escribir como había pensado. Pero entonces se me acabo la batería. Y ahí pensé! Ja! Si siguiera mi modo de comportamiento “normal”, hubiera puesto la otra batería, o algo por el estilo. Pero pude pensar: no! Estas son las cosas que pasan así, por el destino, por esas cosas que no sabes por qué mierda, pero que quedan hermosas cuando las ves en el cine.

El wasabi, el vestido y el carrito

Escena de viernes al mediodía en Jerusalén. Día Sabático, como diría Dios. Los hechos narrados son verídicos, más o menos. “¡Vamos al grano, por favor!", pide el público. ¡Ahí va, loco!
Estaba con Luis, saliendo de un bolichón. Venden allí una especie de empanada de carne, algo particular en Israel. Conocí este lugar justo antes de hacer un viaje y pensé “qué bajón que tengo que viajar justo ahora que conocí este bolichón”. Salíamos con Luis de comer cuando Luis vio una chica que le pareció muy linda. Nos acercamos, a una distancia prudencial. Ella no se percató de esta movida de peón. Empezó a caminar y fuimos detrás. Tenía puesto un vestido y llevaba en la mano un carrito de hacer las compras y lo bamboleaba en el aire. A los pocos metros, vi a una vieja escupiéndole en la cara a un viejo y grité. Esto hizo que Luis se desconcentrara y le perdimos el rastro a la chica del vestido y el carrito. Dimos una vuelta por el mercado, un poco buscando algún lugar para descansar, un poco buscando algo de comida para llevar, un poco viendo si ella aparecía. Al rato decidimos que lo más inteligente era sentarnos a esperar donde la habíamos visto.
Recordemos que llevaba el carrito en el aire, lo que significaba que estaba vacío. Luis dedujo sagazmente que estaba seguramente yendo a hacer las compras, no volviendo. Era muy posible que volviera por el mismo camino. Nos sentamos en la calle, o más bien en la vereda, en un lugar sucio con sombra, una especie de rampa incómoda. Al lado había unos escalones, también sucios, ocupados por otras personas. Al rato se fueron y nos acercamos con la velocidad del viento, como si nos hubiéramos trasladado a un palco en el Colón. Seguimos esperando, mientras yo comía helado gusto Wasabi. Es dulce y picante al mismo tiempo! Las sensaciones al comerlo son las siguientes: “uy, que rico!!!”, “uy pero es picante!!”, “sí, pero qué rico!!”, “sí, pero qué picante!!”, y así sucesivamente, ad infinitum.
Luis me preguntó si me parecía que la chica era muy linda. Le contesté que no sabía si “muy linda”, pero “linda” seguro. Y que de cualquier manera eso no tenía importancia, porque lo importante era que le había gustado a él. Dijo un poco en chiste y un poco en serio que no estaba seguro de que ella le gustara, que básicamente le había gustado el vestido.
Seguimos allí esperando a que ella pasara. Había bastante de romántico. Yo le pregunté si quería poner un post al respecto en Facebook, tratando de encontrarla de esa manera, disimulado con una capa de humor. Él me dijo con sensatez que no: eso le hubiera provocado al asunto perder todo el romanticismo.
Los dos cabeceábamos del sueño de a ratos, hasta que ella apareció y él fue detrás suyo. Hablaron y él volvió luego de un par de minutos, con el triunfo anotado en un papelito. “Y?” “Y?”… sí, efectivamente, no habíamos esperado en vano, ella había anotado toda la información necesaria. Él sonrió y me dijo “Re bien, venden de esos en la calle Shatz”.