viernes, 6 de febrero de 2015

1. Me doy cuenta de que a veces me fastidian cosas que a la mayor parte de la gente no. Estoy sentado en una clínica esperando a que la médica me atienda y tengo fiebre y frío. Entra un pelotudo de mierda, y no cierra tras suyo la puerta. Este pelotudo hace en la clínica no se que, y se va, y de nuevo deja la puerta abierta (ya estaba cerrada porque yo la cerré, y la vuelvo a cerrar cuando el infeliz se va).
Si yo le dijera a alguien "mirá que infeliz, este tipo abre la puerta y no la cierra tras suyo", este seguramente me diría "bueno che, no te calientes, no es para tanto". Como no me voy a calentar, carajo? No es la puerta, es la actitud. Es esa actitud "hago lo que necesito, y no me fijo en nada más. Abro la puerta y me cago en todo y en todos los demás". Mientras escribía esto, con cada persona que entraba en la clínica yo rezaba para que cerrara la puerta tras suyo. De aparecerse otro imbécil como aquél, los nervios me hubieran impedido seguir escribiendo.
Actualización: me mudé de lugar, a un asiento bien adentrito.

2. Me mido la temperatura y espero ver un número alto. Eso justificaría mi malestar, no estaría lloriqueando por nada. Es como cuando te hacen un masaje. La cima del placer es cuando el que te hace el masaje te dice "uy chabón, posta tenés unos nudos zarpados"

3. Estaba en el consultorio del médico. Entra al consultorio una mujer con delantal y cara de boluda. Por alguna razón deduje que no era médica, aunque eso no viene tanto al caso. Era para mí una secretaria o enfermera.
Mientras hablaban entre ellos, yo, que tenía chuchos de frío por mi fiebre, me cerré la campera y exclamé una especie de "aaaayyyyssshhhhh". La mujer me miró y me dijo "Que te pasa??!! Estás enfermo??"

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